jueves, 28 de agosto de 2008

Nuevo libro: Las nuevas fronteras, una entrevista con el Subcomandante Marcos

Tinta Limón Ediciones presenta



Las Nuevas Fronteras; Una entrevista con el Subcomandante Marcos


Por el Colectivo El Kilombo

$ 12, 71 páginas


Pareciera imposible pensar que se puede construir una nación con semejante frontera, con la “migra”, con los paramilitares de los “minutemen”, con Bush y con todo eso; pero el paso de La Otra Campaña nos permitió demostrar que de uno y otro lado están surgiendo organizaciones, rebeldías y movimientos para los que esa frontera no existe, no existe en términos reales.

En ese sentido se pueden encontrar raíces culturales más profundas en Carolina del Norte que en el barrio Polanco de la Ciudad de México, a pesar de que hay una línea divisoria, una frontera que divide un país del otro. Nosotros pensamos que se van a construir puentes, y que es ahí donde tenemos que darle el espacio a la imaginación.
Y si alguien tuvo, del otro lado de la frontera y de este lado de la frontera, la imaginación como para imaginarse que podía existir el otro como ente rebelde… pues podemos imaginarnos un mundo que no tenga nada que ver con este ni en las relaciones entre hombre y mujeres, ni en las relaciones entre generaciones, ni en la relación entre los seres humanos y las cosas, ni entre razas, o entre naciones de raíces culturales diferentes.


Índice


Introducción, por Colectivo Situaciones | 51

Prólogo, por El Kilombo Intergaláctico | 11

Entrevista al Subcomandante Marcos | 15

Zapatismo: un breve manual sobre cómo cambiar el mundo hoy, por El Kilombo Intergaláctico, | 55

A manera de epílogo, por Raquel Gutiérrez Aguilar | 65


Introducción

Por el Colectivo Situaciones

La edición

El texto que Tinta Limón presenta al público argentino es resultado de un intercambio: parte de la invitación que nos hizo el colectivo El Kilombo Intergaláctico de Carolina del Norte, Estados Unidos, a publicar en castellano la entrevista que le realizaron al Subcomandante Marcos tras La Otra Campaña y concluye con una perspectiva de la situación mexicana actual a cargo de Raquel Gutiérrez Aguilar.

El Kilombo Intergaláctico hizo la entrevista desde sus propias preocupaciones como colectivo compuesto por migrantes chicanos, estudiantes y gente de color viviendo en Estados Unidos. La publicaron en inglés a fines del 2007 (Paper Boat Press) y creyeron indispensable una edición en la lengua original de aquella conversación. Nosotros, agradecidos por el ofrecimiento, lo completamos con otra voz, también mexicana: invitamos a Raquel a que escriba un epílogo.

Tinta Limón Ediciones hizo su presentación como editorial militante hace cuatro años con la publicación de El fuego y la palabra, una historia del EZLN en su fase pública y un repaso de su trayectoria clandestina. Como apéndice, Gloria Muñoz Ramírez, autora del libro, incluyó un informe sobre las Juntas de Buen Gobierno, iniciativa entonces reciente –y poco conocida– del EZLN y las comunidades indígenas del sureste mexicano.

A El fuego y la palabra, que fue difundido a través de una extensa e intensa gira de presentaciones, le siguió en 2006 Bienvenidos a la Selva, un libro de textos y entrevistas compilado por el Colectivo Situaciones, que toma como punto de partida la sorpresiva aparición de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona para recorrer distintas facetas de la realidad mexicana –por entonces en pleno debate pre-electoral– y varias cuestiones discutidas por dicho manifiesto político: desde la complejidad de una autonomía política y económica a la relación con las instituciones estatales y sus representantes, pasando por los llamados gobiernos progresistas de la región y su relación con las prácticas neoliberales.

De este modo, el texto que presentamos en esta ocasión significa para nosotros continuar un trabajo de acompañamiento –es decir: de difusión y debate– de las iniciativas zapatistas que fueron, desde su comienzo, fuente de inspiración de diversas experiencias colectivas de las que hemos formado parte. Hoy, con esta entrevista, nos interesa el pensamiento sobre una política capaz de imaginar cómo saltar las fronteras: las más evidentes que separan el Norte del Sur con murallas, con uniformados y discursos racistas; pero también las que se multiplican hacia dentro de cada país. Teniendo en cuenta la extensa y dispersa geografía mexicana, nos llama la atención también el modo en que la migración aparece desde las propias comunidades zapatistas: a la vez que las fragmenta, las prolonga del otro lado de la frontera. Y siguiendo ese desplazamiento: ¿hay influencias de los movimientos migrantes en el zapatismo?

Finalmente, ¿qué significa la aparición de miles de vidas sin territorio fijo? Al mismo tiempo poblaciones en tránsito que ya no tienen una identidad originaria a la cual volver y una dispersión de rebeldías que no quieren ni pueden tener un punto único de convergencia.

Las preguntas

Las preguntas formuladas por el Colectivo El Kilombo Intergálactico, enfocadas en los procesos identitarios abiertos, las migraciones, los modos de estar en tránsito, los intercambios posibles entre comunidades diversas –en fin, en el deseo colectivo de traer al presente una comunidad multirracial como fueron los quilombos en toda la América mestiza que fugaba y resistía a la dominación española y portuguesa–, parecen encontrarse con las preguntas que formula la situación actual del EZLN. El proceso iniciado en La Otra Campaña y que dura hasta hoy lleva a los zapatistas más allá de su territorio. No se trata, como en otras oportunidades, de una convocatoria a la selva Lacandona (Aguascalientes), tampoco a una marcha que tiene como centro los reclamos indígenas (como fue la Marcha del Color de la Tierra), sino de una invitación a construir un terreno común, nuevo, en buena medida desterritorializado, con el desafío de abrirse al protagonismo de otros actores y dinámicas.

Luego del fracaso de los diálogos con la dirigencia política nacional, las Juntas de Buen Gobierno fueron el fruto de un proceso de crecimiento hacia dentro, de profundización de las experiencias de autoorganización de las comunidades. Esta experimentación en el terreno del auto-gobierno constituye el nivel más alto de construcción de instituciones que los movimientos han logrado desarrollar por fuera del estado. Y su aparición pública fue tras el llamado “silencio zapatista”, momento fundamental para la reelaboración de su constitución política.

La Otra Campaña, por su parte, obligó a los zapatistas a volver a investigar, a preguntar y a escuchar y llegar hasta el otro lado. El recorrido emprendido –con la propuesta de conclusión en una asamblea constituyente– se emparenta con la historia mexicana de confeccionar “planes” (Plan de Ayala, Plan de Chihuahua, Plan de Guadalupe, etc.) en cada ciclo de lucha popular. Planes que se proponen como mapas de las resistencias de ese inmenso y complejo territorio.

Finalmente, en esta entrevista también aparece la necesidad de un respeto, de una escucha (una modestia), como condición de posibilidad para abrirse a otras luchas, para establecer un diálogo con ellas y no simplemente tomar nota de sus reclamos. Modestia como premisa de una situación común con los otros, donde la presencia de cada quien, mucho más allá de lo mediático, funda una existencia en común.

El zapatismo, desde su aparición pública, fue más allá de una reivindicación indígena, indigenista o indianista. Pudo inaugurar, dice Marcos, un “fundamentalismo de raza”, pero no lo hizo. Ahora, tiene por delante otro desafío: el que le impone la generación del 94: la que creció luego del levantamiento del primero de enero y que radicalizó ese movimiento de apertura a otras formas de política no identitarias. Esa apertura parece depender, en buena medida, del diálogo con otras experiencias, otras formas de autonomía y otros modos de vivir el territorio.

El contexto

La América Latina que emerge de la ola reciente de luchas contra el neoliberalismo, en sus diversas experiencias, es portadora de preguntas fundamentales, disidentes, sobre el modo en que (no) queremos ser gobernados, en que (no) queremos el trabajo, y sobre qué significa construir formas prácticas de relacionarnos en un nuevo tiempo y espacio. Estas preguntas sobre cómo avanzar en la creación de nuevos

terrenos de luchas y de comprensiones colectivas se vuelven centrales cuando –de modo evidente en una parte del Cono Sur de América– el discurso legitimador neoliberal ha sido sustituido por enunciados más híbridos, que contienen, en ocasiones, consignas y experiencias de los propios movimientos de resistencia. ¿Cómo atravesar este período en que las iniciativas autónomas deben afrontar la complejidad de un espacio común con gobiernos (como el de Bolivia) que se nutren de una complicada dialéctica con movimientos anticoloniales largamente resistentes? ¿O, como en Argentina, donde el grueso del movimiento de los derechos humanos encuentra en esa dialéctica un espacio de concreción a muchas de sus demandas fundamentales sobre la justicia y la memoria?
Desde estas preguntas, en nuestro caso, nos sumamos a este diálogo que aspiramos a que no deje de ampliarse en el respeto que los zapatistas proponen como modo de reconocimiento entre las luchas. Diálogo que se nutre desde una presencia viva: la que dice “aquí estamos”, como afirma en las últimas páginas Raquel Gutiérrez.


Diseño: Carlos Fernández


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