Lo que está en juego en Río+20
Por la unidad y la movilización de los
pueblos en defensa de la vida y los bienes comunes, la justicia social y
ambiental,
contra la mercantilización de la
naturaleza y la “economía verde”
A un mes
de la conferencia de Naciones Unidas Río+20, los pueblos del mundo no vemos
resultados positivos del proceso de negociación que se está realizando en la
conferencia oficial. Allí no se está discutiendo un balance del cumplimiento de
los acuerdos tomados en Río 92 ni cómo cambiar las causas de las crisis. El
foco de la discusión es un paquete de propuestas llamado engañosamente
“economía verde” y la instauración de un nuevo sistema de gobierno ambiental
internacional que lo facilite.
La
verdadera causa estructural de las múltiples crisis es el capitalismo, con sus
formas clásicas y renovadas de dominación, que concentra la riqueza y produce
desigualdades sociales, desempleo, violencia contra los pueblos,
criminalización de los que lo denuncian. El sistema de producción y consumo actual
– representado por las grandes corporaciones, los mercados financieros y los
gobiernos que garantizan su mantenimiento – produce y profundiza el
calentamiento global y la crisis climática, el hambre y la desnutrición, la
pérdida de los bosques y la diversidad biológica y sociocultural, la
contaminación química, la escasez de agua potable, el aumento de la
desertificación de los suelos, la acidificación de los mares, el acaparamiento
de tierras y la mercantilización de todos los aspectos de la vida en las ciudades
y en el campo.
La
“economía verde”, al contrario de lo que pretende sugerir su nombre, es otra
fase del proceso de acumulación capitalista. Nada en la “economía verde”
cuestiona o sustituye la economía basada en el extractivismo y los combustibles
fósiles, ni sus patrones de consumo y producción industrial, sino que extiende
la economía explotadora de la gente y el ambiente a nuevos ámbitos, alimentando
el mito de que es posible un crecimiento económico infinito.
El fallido
modelo económico, ahora disfrazado de verde, pretende someter todos los ciclos
vitales de la naturaleza a las reglas del mercado y al dominio de la
tecnología, la privatización y mercantilización de la naturaleza y sus
funciones, así como de los conocimientos tradicionales, aumentando los mercados
financieros especulativos a través de mercados de carbono, de servicios
ambientales, de compensaciones por biodiversidad y el mecanismo REDD+
(Reducción de emisiones por deforestación evitada y degradación de bosques).
Los
transgénicos, los agrotóxicos, la tecnología Terminator, los agrocombustibles, la
nanotecnología, la biología sintética, la vida artificial, la geoingeniería y
la energía nuclear, entre otras, son presentadas como “soluciones tecnológicas”
a los límites naturales del planeta y a las múltiples crisis, sin encarar las
verdaderas causas que las provocan.
Además se
promueve la ampliación del sistema alimentario agroindustrial, que es uno de
los mayores factores causantes de las crisis climáticas, ambientales,
económicas y sociales, profundizando la especulación con los alimentos, y
favoreciendo los intereses de las corporaciones del agronegocio en desmedro de
la producción local, campesina, familiar, de los pueblos indígenas y
poblaciones tradicionales y afectando la salud de toda las poblaciones.
Como una
estrategia de negociación en la conferencia Río+20, algunos gobiernos de países
ricos están planteando un retroceso de los principios de Río 92, como el
principio de responsabilidades comunes y diferenciadas, el principio de
precaución, el derecho a la información y la participación, así como amenazando
derechos ya consolidados, como los de los pueblos indígenas y poblaciones
tradicionales, campesinos y campesinas, el derecho humano al agua, los derechos
de los trabajadores y trabajadoras, de los migrantes, el derecho a la
alimentación, a la vivienda, a la ciudad, derechos de la juventud y de las
mujeres, el derecho a la salud sexual y reproductiva, a la educación y derechos
culturales.
Asimismo
se intenta instalar unos llamados Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) que
serán utilizados para promover la “economía verde”, debilitando aún más los ya
insuficientes Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
El proceso
oficial propone instaurar formas de gobierno ambiental mundial que sirvan como
administradores y facilitadores de esa “economía verde”, dando protagonismo al
Banco Mundial y otras instituciones financieras públicas o privadas,
internacionales y nacionales, lo cual incentivará un nuevo ciclo de endeudamiento
y de ajustes estructurales disfrazados de verde. No puede haber una
gobernanza global democrática sin terminar con la actual captura corporativa de
las Naciones Unidas.
Repudiamos
este proceso y llamamos a fortalecer las movilizaciones y construcción de
alternativas en todo el mundo.
Luchamos
por un profundo proceso de cambio frente al actual modelo de producción y
consumo, concretizando nuestro derecho a desarrollarnos con modelos
alternativos, basados en las múltiples realidades y experiencias de los pueblos,
auténticamente democráticos, respetando los derechos humanos y colectivos, en
armonía con la naturaleza y con justicia social y ambiental.
Planteamos
la afirmación y construcción colectiva de nuevos paradigmas basados en la
soberanía alimentaria, la agroecología y la economía solidaria, la defensa de
la vida y los bienes comunes, la afirmación de todos los derechos amenazados,
el derecho a la tierra y territorio, el derecho a la ciudad, los derechos de la
naturaleza y de las futuras generaciones, la eliminación de toda forma de
colonialismo e imperialismo.
Llamamos a
los pueblos del mundo a apoyar la lucha del pueblo brasilero contra la
destrucción de uno de los principales marcos legales de protección de los
bosques (el Código Forestal) lo que abre caminos para una mayor deforestación,
a favor de los intereses del agronegocio y de la ampliación de sus
monocultivos; y contra la implementación del megaproyecto hidráulico Belo
Monte, que está afectando la sobrevivencia y las formas de vida de los pueblos
de la selva y la biodiversidad amazónica.
Reiteramos
la convocatoria a participar en la Cumbre de los Pueblos que se realizará del
15 al 23 de junio en Río de Janeiro, que será un punto importante en la
trayectoria de las luchas globales por justicia social y ambiental que estamos
construyendo desde Río-92, particularmente a partir de Seattle, FSM,
Cochabamba, donde se han catapultado las luchas contra la OMC y el ALCA, por la
justicia climática y contra el G-20. Recogemos también las movilizaciones masivas
como Occupy, los indignados, la lucha de los estudiantes en Chile y la
primavera árabe.
Convocamos
a la movilización global el 5 de junio (día mundial del medio ambiente), el 18
de junio contra el G20 (que en esta oportunidad se centrará en el “crecimiento
verde”) y a la marcha de la Cumbre de los Pueblos el 20 de junio, en Río de
Janeiro y en el mundo, por la justicia social y ambiental, contra la “economía
verde”, la mercantilización de la vida y la naturaleza y por la defensa de los
bienes comunes y los derechos de los pueblos.
Río de Janeiro, 12 de mayo 2012
Grupo de articulación internacional de la
Cumbre de los Pueblos por Justicia Social
y Ambiental
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